escribo y exploro y leo poesía.

miércoles, octubre 08, 2008

Adriano sí que se acuerda.




Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar es la última adquisición de mi memoria. Lo había medio leído en la universidad pero, la verdad, en ese entonces no debo haber pasado de la cuarta parte del libro.

Me parecía pesado y difícil, denso. Pero hace un par de fines de semana lo encontré y, desde que lo abrí, supe que tenía que leerlo completo. Es fascinante. Una larga carta del emperador romano que ya siente pasos en la azotea, es decir, vé la muerte abalanzarse sobre él y le escribe a quien eligió como sucesor: Marco Aurelio.

Los temas son infinitos. Más allá de simplemente contarnos acerca de su propia historia, nos habla como hombre de sus dudas, sus miedos y lor retazos de felicidad que tuvo. Habla del dolor que le provocó la muerte de su amado. Sí, en masuclino: amado. (me pregunto: si en esa época la homosexualidad estaba tan bien vista, cuándo fue que se volvió el demonio que durante tantos años ha sido, aunque ahora sólo parezca un lucifer de carnaval).

Adriano fue un gran hombre de su tiempo. Un humanista que supo cuándo luchar y cuándo dejar de hacerlo. Responsable de una de las grandes luchas en la Jerusalém de entonces y constructor incansable. Detuvo muchas guerras precisamente porque supo ser buen soldado y también supo escuchar a Plotina, la esposa del anterior emperador: Trajano. La historia es increíble, cómo no. pero lo mejor de todo es la literatura. La traducción que leí es de Cortazar y eso garantiza que cada una de las palabras y de las frases tenga esa musicalidad que tanto me gusta de nuestro idioma.

Me imagino que en francés también es una lectura exquisita.

Lo recomiendo mucho. Mucho.

Ah, cómo olvidar el epígrafe:

Animula, vagula, blandula,
Hospes, comesque, corporis;
Quæ nunc abibis in loca,
Pallidula, rigida, nudula

Pequeña alma, errante y encantadora
Invitada y compañera del cuerpo
Que pronto partirás a lugares
Oscuros, fríos, brumosos

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