Me cuesta mucho ponerme a robarle letras al silencio.
Es una labor constante, pesada,
densa como el lodo en el que se hunden los pies a mitad de la selva
como el pantano.
Y luego:
la pulcritud de la ausencia de sonidos
me atrae
me llama
me dice que calle, que en el aire
se está mejor cuando hay quietud
cuando los pensamientos
-esos nudos que no tienen solución-
se disuelven en el olvido.
¿será mejor no pensar jamás?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario