Ciudad de México. Año 2009. Una calle cualquiera, repleta de puestecitos de comida donde alimentarse es siempre un albur que puede terminar convirtiéndose en la diarréica venganza de Moctezuma o, en este caso, la de Truman. Cuando vi el puestecito en su parte trasera, sólo pensé que yo nunca me atrevería a comer sushi en un lugar así. Pero cuando lo ví por enfrente y me di cuenta del nombre supe que el dueño tenía que tener un humor negro digno de cualquier ingles. Lo mejor es el pez borracho del grafiti en la pared de atrás. ¿se estará preparando para ser devorado?
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