horas largas de ásperos sonidos
en la cabeza,
ecos infinitos de una sola sílaba
nos comportamos como animales que no saben si van a estar vivos al final de la próxima jornada.
en la cabeza nos danzan monstruos que algunos aprenden a domar pero que a otros,
a los demás,
como leones enjaulados que no han comido en varias semanas: nos acorralan.
y el tiempo
el tiempo
el tiempo transcurre inexorable,
monótono,
siempre idéntico a sí mismo como un eco que no baja de volumen por más paredes que lo confronten
como la imagen de las torres que se derrumban
una
y otra vez
en la pantalla de un televisor inmerso en la pupila de nuestros recuerdos.
somos los hombres del fin de los tiempos
el sueño de otros hombres que no temían morirse
somos el aire enrarecido de una gran ciudad que se respira apenas
y en la garganta
en los pulmones
en el centro mismo del universo que es nuestro propio cuerpo
se arremolina
escribo y exploro y leo poesía.
jueves, abril 30, 2009
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