escribo y exploro y leo poesía.

jueves, abril 30, 2009

poema escrito orita

¿qué me queda sino escribir en esta hoja de papel, blanco como la nieve?
(cliché)

No existe el papel,
no hay papel:
sólo queda la pantalla de una computadora, blanca también, pero estéril.

un espacio virtual que dejará de existir en cuanto cierre la laptop

electrones que se han colocado de una manera determinada, a la usanza de la tinta negra
que salía de la pluma y tomaba posesión de los átomos de celulosa

vivimos en la época de las epidemias, el terrorismo,
la información que nadie puede detener, internet, la lluvia de ideas descontrolada
la paranoia
las grandes corporaciones y las grandes conspiraciones

la perra se asoma a la ventana y ladra
a nadie
al viento
a la insoportable soledad de una calle que apenas hace una semana estaba llena
y hoy, mientras en los hospitales se hacinan posibles enfermos de la gripe porcina,
luce vacía

hay silencio

los caminantes, los pocos que se atreven a salir, llevan todos las caras embozadas
por pequeños pedazos de tela azul
que no sirven de nada

y los demás, todos, estamos aquí callados
inquietos
esperando el más ligero síntoma de un catarro común para asustarnos

¿cuál será la consecuencia psicológica, dentro de veinte años,
que padecerá esta generación de hombres encerrados
inútiles
atónitos?

No hay nada que decir.
vivimos encadenados al flujo continuo de noticias en la CNN
en los portales de internet,
en los diarios digitales

y con algo hay que llenar los espacio entre noticia y noticia
los consumidores, ávidos, queremos estremecernos
necesitamos devorar el boletín de última hora
y por supuesto, hay quien lo inventa:
marketing del terror.


los genes de la enfermedad son incomprensibles
cerdos, aves, hombres,
todos mezclados

una batidora del DNA más aterrador que existe

Nueve años recorridos del nuevo milenio
dos torres caídas
controles en el aeropuerto
epidemias
trenes que estallan en mil pedazos
guerras electrónicas transmitidas en directo por la televisión norteamericana

cualquiera diría que las profecías se cumplen
¿o será que todos los fines de milenio vienen acompañados por desgracias?

tengo hambre de salir a la calle y gritar lo más fuerte que pueda
desesperaciones acumuladas me rasguñan el interior de la garganta

el msn está tranquilo
el correo silencioso
en el facebook se acumula la ociosidad
y mi blog, silencioso me pide que escriba

tengo miedo
todos tenemos miedo,

y ese miedo se convierte en la certeza de que aunque temamos que la muerte llegue
tarde o temprano
según haya ajustado el reloj digital que lleva en la mano derecha
para que no le estorbe a la que lleva la guadaña
va a venir por nosotros

tarde o temprano

no queda mucho tiempo
las horas se acumulan unas encima de las otras formando una montaña de minutos congelados
las rocas, quietas, sólidas, estoicas
se burlan de nosotros

los árboles se mecen con un viento que no sopla
están riendo

y yo ya no sé cómo se debe de llorar en estos tiempos.

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